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LANDOLOGY, una aproximación

María Luz Cárdenas
Investigadora, Curadora y Crítico de Arte.


Irina Novarese propone una visión de la ciudad de Caracas mediante la construcción de cartografías alternativas –espacios que nos llevan a un espacio más allá de lo formal, espacios convertidos en una especie de ficción que desestabiliza la continuidad geográfica del territorio. Quienes vivimos Caracas padecemos en el alma sus heridas y sus glorias, habitamos su belleza y sus horrores, sus carencias y bondades. Caracas es un paisaje desbordado y por eso interesa tanto esta percepción creadora que se aproxima desde la doble visión panorámica y periférica (observando sus texturas, reconociendo sus geometrías y estructuras, sus líneas suaves, sus repeticiones modulares…). No hay el menor resquicio de exotismo o abordaje turístico en este trabajo. Irina penetra la ciudad en sus desplazamientos históricos, sus transferencias geopolíticas.

Se trata de una indagación asesorada por el arquitecto Bela Kunckel basada en investigaciones en arquitectura y urbanismo como las de Claudio Perna, Sabine Bitter y Helmut Weber, Silvia La Sala, Caracas Cenital de Nicola Rocco y la polémica publicación Caracas Informal de Brillembourg, Feireiss y Klumpner, acompañadas por la revisión del material fotográfico reunido por el propio Kunckel. Una de las características de Caracas es su acelerada mutabilidad, la calidad de su espacio dinámico, impreciso, aformal e imprevisible. El espacio emergente –inestable, escurridizo–que esta artista logra atajar se manifiesta, no como una representación de lugar, sino como un escenario múltiple, sujeto a colisiones. Poco a poco traza una cartografía cognitiva, una trama de la incertidumbre, capas de la ciudad que se inician con la referencia del primer plano de Caracas en 1578 –un plano idealizado, en estricta geometría– y finalizan con los mapas posibles de una ciudad desmembrada, sin destino seguro, a la deriva.

Utilizando las fotografías recopiladas, realiza dibujos que le permiten apreciar más de cerca la imagen y reflejarla en estructuras que aluden a las estructuras urbanas. Son bocetos de pequeño y gran formato –algunos apenas rasguños constructivos. La fotografía se deja entremezclar con los mapas intervenidos y la obra en progreso comienza a desplegarse como una inmensa instalación con cajas-estructuras de cartón que se desplazan y desplazan el espacio. A los dibujos, intervenciones gráficas, estructuras tridimensionales y fotografías, le añade trozos de telas de colores contrastantes que juegan con los nombres de las esquinas del centro de Caracas: la obra en progreso se convierte en una tapicería en progreso. Desde allí comienza a emerger el mapa de un espacio cultural y urbanístico insondable, una especie de hiperespacio donde desaparecen las convencionales relaciones figura/fondo o esencia/apariencia, abriendo paso a nuevos modelos de interpretación y lectura de nuestra relación con la ciudad. Este tipo de modelos cartográficos permiten situarnos, no en el punto de señalización del mapa tradicional, sino en cruces de movimientos vectoriales, en flujos de información visual y en entornos de significación en mutación permanente que no son capaces ya de aportar la seguridad de ubicación que por costumbre exigimos a los mapas.

Otro aspecto interesante que se desprende del tipo de modelos cartográficos que desarrolla Novarese es la posibilidad de proponer nuevas relaciones entre el sujeto, el espacio y la sala de exposiciones a partir de sistemas mucho más complejos de orientación. El lugar específico de la instalación alcanza la dimensión de una experiencia perceptiva no como lugar físico ni como forma o situación, sino como condición de la experiencia, un cruce de fuerzas y elementos, un sistema permanente de envíos y reenvíos que permiten estructurar mapas de metáforas, detonantes de significación y sentido, entendidos como dispositivos de conocimiento (cartografías alternativas).

Irina es capaz de propiciar una cartografía eficaz para un espacio complejo que exige nuevas miradas y nuevas perspectivas para su aproximación al lugar. Ella nos enfrenta a la disolución del territorio estructurado y nos hace transitar por el paisaje disgregado, de márgenes inciertos, inacabados, de realidades definidas por la acumulación de fragmentos. El espacio clásico de la sala de exposiciones deja de ser apropiable desde la representación de una realidad estable: el espectador se convierte en una suerte de explorador que enfrenta un espacio en constante mutación, variaciones de escalas, relaciones multiplicadas y ampliadas por la información y el deslizamiento de las historias (urbanas, demográficas, arquitectónicas, culturales, políticas) de la ciudad de Caracas. La activación de relaciones y resonancias con la literatura, el arte y la historia de la ciudad de Caracas (y de la ciudad como problema) es casi infinita cuando comenzamos a establecer pautas de lectura para este trabajo de Irina Novarese. Este es un primer y muy somero acercamiento –un primer diálogo que debe crecer pero que esencialmente nos lleva a pensar en Caracas como un conjunto de múltiples ciudades, múltiples panoramas y múltiples visiones estéticas dentro de una misma ciudad.


Correspondencia entre Novarese y Kunckel

Dietrich Kunckel
Arquitecto y Urbanista


Al mirar el material de tu exposición, lo primero que me vino a la mente fue una discusión que tuvimos hace algunos años en un congreso sobre la naturaleza de la ciudad – planteándose la pregunta, si la ciudad es un artefacto o mas bien un organismo. En aquel momento, sugerí que la ciudad podría ser descrita como un sistema ecológico, sometido constantemente a acciones y reacciones, intervenciones planificadas y actuaciones espontáneas. En la acción de construir una ciudad, en la mayoría de los casos, existe un acto deliberado de planificación, aplicando un conjunto de reglas (por ejemplo, Las Leyes de India de los colonizadores españoles). Estas ciudades ‘fundadas’ (que constituyen la gran mayoría en América Latina), contrastan con las ciudades de formación espontánea, que son el resultado de un proceso paulatino de adición y aglomeración. Eventualmente, sin importar el origen, tenemos en cada ciudad una multitud de acciones de los habitantes, individuales o en grupos, y de organismos que intervienen en la construcción de la misma, ampliando, modificando, transformando su plan y estructura original, sea por acciones agregadas o por intervenciones planificadas. Esta interacción entre lo planificado – el aspecto del artefacto, y la apropiación y modificación por parte del individuo, el comportamiento ‘orgánico’, está muy evidente en la ciudad de Caracas.

En Caracas, se nos presenta una situación muy particular debido a su conformación topográfica: un valle con algunas ramificaciones, rodeado en todos sus lados por colinas y montañas. La ciudad planificada ocupa la parte plana del valle y las áreas de pendientes suaves, mientras los ‘barrios’, las áreas no planificadas, ocupan las laderas con pendientes mayores, consideradas ‘no aptas’ a ser urbanizadas por las reglas urbanísticas tradicionales.

La topografía juega un papel preponderante en la manera de como está estructurada la ciudad y cual es la imagen que ofrecen estos dos tipos de sectores que obedecen a maneras diferentes de ocupación del espacio. La topografía ha contribuido también a que las áreas ‘formales’ y las áreas ‘informales’ estén intercaladas en todo el territorio de la ciudad, ya que los sectores informales siempre han buscado la cercanía de las zonas planificadas, donde podían aprovechar los servicios urbanos, ubicándose en los terrenos considerados ‘no urbanizables’ por planificadores, promotores y autoridades urbanísticas.

Si nos preguntamos cual es la imagen tridimensional actual de la ciudad, resultado de las dos maneras de ‘urbanizar’ - la planificada y la espontánea, podemos observar un fenómeno interesante: La ciudad formal ha sido desarrollada según una variedad de conceptos urbanísticos y normativas cambiantes en el tiempo, y ha sido objeto de una dinámica de crecimiento acelerado, superponiendo en muchos casos nuevas reglamentaciones a estructuras previas y reemplazando de manera parcial o total las edificaciones existentes. Además, estas áreas han sido objeto de modificaciones de su infraestructura vial y de transporte público, que a su vez han producido reacciones de la iniciativa privada de buscar los sitios mas atractivos en cuanto a su accesibilidad. El resultado de esta dinámica es una ciudad formal sin una imagen clara que la identifique, una ciudad de las excepciones, una ciudad en transformación constante.

Por el otro lado, la ciudad informal de los ‘barrios’ es el resultado de la iniciativa de muchos individuos, sin unas reglas o un plan previo. Es una ciudad que está condicionada por las limitaciones de la topografía y la escasez de recursos en tecnologías y materiales de construcción. Dentro de estas limitaciones, se convierte en un sistema que se ‘auto-organiza’, es decir, se crea un orden ‘espontáneo’, donde el individuo tiene que insertarse en su contexto, respetando los requerimientos de los demás y adaptándose a las limitaciones que impone la pendiente del terreno, las técnicas de la autoconstrucción y el costo de los materiales. Desde estas limitaciones surge una estructura urbana la cual, en contraste con la ciudad formal, muestra un alto grado de uniformidad en su estructura, morfología e imagen, la cual prevalece en todas las áreas ‘informales’ de la ciudad.

Cuando miro a tus dibujos, imágenes y maquetas, me impresiona como reflejan esta esencia de la imagen de la ciudad como un todo, donde los ‘barrios en pendiente’ en las laderas del valle crean esta impresión, este recuerdo permanente, que no solo se debe a su mayor visibilidad sino también y específicamente a su identidad y estructura inconfundible dentro de la ciudad. Me parece que tus ‘mallas’ revelan de una manera muy sutil la naturaleza ‘orgánica’ de los barrios, indicando, al mismo tiempo, la uniformidad de los elementos que los componen. Los barrios, producto de un proceso considerado anárquico de ocupación del espacio urbano, en su imagen final ofrecen una estructura urbana y una presencia caracterizada por un alto grado de orden y unidad, debido a la escasez de los recursos que obliga a buscar una solución óptima.


Crónica del tiempo demorado. Apuntes sobre Landology

Henry Vicente
Arquitecto, Profesor Titular y Jefe de la Sección de Teoría e Historia de la Arquitectura de la USB


 

“Las personas no deberían hacer su historia sino antes su geografía”

John Berger

 

El trabajo de Irina Novarese en Landology encuentra en la interacción entre lugar-espacio-paisaje, y el privilegio que le otorga a la imagen “conversada”, transmutada desde la palabra, un aparato interrogativo para descifrar aquello que para ella es tierra incógnita y deseo: la ciudad de Caracas. Me refiero a esa interacción lugar-espacio-paisaje, en la que el lugar se manifiesta como ubicación específica, estable; el espacio como “lugar practicado” activado por movimientos, narrativas y signos; y el paisaje como lugar encontrado, como espacio presentado y representado a la vez.1 Así, como triada conceptual, podría entenderse esa fascinación de Irina por “la adaptabilidad de la estructura construida a la estructura natural”, por ese “exotismo de la naturaleza y la imagen de una metrópolis futurística con gran arquitectura de cemento”, que de alguna manera expresa los efectos inéditos entre las formas estables, los elementos móviles y el paisaje.

Sin embargo, el exotismo natural tiene su correspondencia, en la mirada de Irina, en ese otro “exotismo” tan frecuente en la mirada ajena: el del barrio. Así pues, de manera similar puede visualizar a Caracas como una ciudad apostada frente al Ávila pero sacudida por la dinámica de su naturaleza tropical, y en lugar de sus autopistas, túneles, arquitecturas y promenades, por la densa “marabunta” que sube por los cerros, y que en una asombrosa pulsión, se consume al ser “interceptada” por las vistas que de sí misma, como en un mise-en-abîme, “invaden” sus espacios generando una suerte de paisajes “activados”.

Es éste un polémico y atractivo punto de partida para una exposición que indaga en tránsitos y movimientos y no en ciclos clausurados, y que no en vano “fija” un itinerario que va desde el espacio fundacional de la ciudad hasta la “explosión” orgánica del barrio que traza surcos en el suelo. Y con ello puede atisbarse un sugestivo tono “conversacional” que permitiría hacernos “cómplices con la ciudad”, a partir del entendimiento de la misma como madre natura.

Entreveo a Caracas, en el trabajo de Irina, por tanto, como el “mapa” sobre el que se puede representar y desplegar una tentativa de encuentro con la ciudad como conjunción del lugar, el lugar practicado y el lugar encontrado.

Un mapa en el que se privilegia una mirada operativa en “planta”. Charles Blanc, académico francés de Beaux-Arts del siglo XIX, afirmó que a cada uno de los términos expresados en la tríada vitruviana: conveniencia, solidez, belleza, correspondían tres representaciones arquitectónicas: la planta, la sección, el alzado.2 Es en la planta en donde se atienden las cuestiones de la conveniencia y el orden, en donde se agudiza la capacidad de entender la disposición en el territorio y la generación de una estrategia de ocupación. Todo ello en pos de atisbar cómo es ese espacio que cualifica y que provee significados a la obra.

Y si esta ciudad es el territorio de esa tratativa, la propuesta de Irina asume que la sucesión de tiempos es también una sucesión de espacios que recorremos y nos recorren, dejando en nosotros las huellas que dejamos en ellos. Es por lo tanto la geografía su norte, más que la historia y sus avatares. Y tal como lo anuncia el epígrafe de Berger, uno efectivamente hace su geografía antes que su historia, por lo que esa “crónica del tiempo demorado” que es en definitiva este proyecto expositivo, anuncia el privilegio del espacio. Una “detención” del paisaje, trasegado por estructuras que se adaptan a una topografía, imprecisa a ratos, en la que podría quedar insinuada la naturaleza extraviada de esta ciudad.

 

 

1. López-Durán, Fabiola y Henry Vicente. “Geografías de lo moderno”, Papel Literario. Caracas: El Nacional, 2011

2. Ortega Vidal, Javier. “La planta, la sección, el alzado: consideraciones arquitectónicas”, A distancia. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia, 1991


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Irina Novarese teje la retícula caraqueña

Publicado el 18 de diciembre del 2014

Bajo la curaduría de Zoltan Kunckel y Odalys Sánchez, la muestra permanecerá abierta hasta el 31 de enero

KARLA FRANCESCHI C. 18 DE DICIEMBRE 2014 - 12:17 AM

Irina Novarese es italiana y reside en Berlín. Para el montaje de /Landology/, en Odalys Galería de Arte, pisó por segunda vez Caracas. Su primera visita fue en 2009, pero para esta muestra se aproximó a la ciudad a través de otros ojos.

Novarese vio la ciudad desde videos, mapas antiguos, dibujos, libros, fotografías panorámicas y cenitales. Así nació esta muestra, que presenta una aproximación a Caracas a través de una cartografía alternativa y detallada, que se reduce a tejidos y trazos precisos en blanco y negro bajo la curaduría de Zoltan Kunckel y Odalys Sánchez.

“Cuando vine la primera vez tuve una visión macro de la ciudad. Para esta muestra trabajé, en primera instancia, con visiones desde afuera. No buscaba a Caracas, sino sus representaciones. Me gusta trabajar en ese umbral que hay entre lo real y lo ficticio. También concentrar este concepto de la visión externa”, explica la artista, quien interviene y superpone mapas y fotografías.

La malla urbana de Caracas es recreada y rediseñada. Novarese plantea una separación de lo que aparentemente se conoce de la ciudad, una mirada a través de un microscopio de alta potencia. /Landology/ descompone la urbe en sus factores fundamentales. Una de las piezas, que abarca el centro de la sala, es una representación de Petare con pequeñas cajas de cartón.

/Landology/ se exhibe con ocasión del proyecto Elemental, que lleva adelante Odalys Galería de Arte. Bajo este plan se han realizado dos exposiciones colectivas en Madrid para las que fueron convocados artistas de diversas partes del mundo.

La idea es que cada artista tenga su muestra individual en el país. Novarese, que participó en la primera edición de Elemental, es la segunda en visitar el país, luego de que expusiera Uli Wetsphal.

 

/Landology/

Hasta el 31 de enero

Odalys Galería de Arte

C. C. Concresa, PB

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Encuentros entre líneas: Un cuento de dos ciudades

Publicado el 10 de diciembre del 2014

Este domingo 7 de diciembre, la Galería Odalys inauguró las exposiciones de dos artistas, Bárbaro Rivas e Irina Novarese, que a simple vista parecen completamente opuestos. Sin embargo, un recorrido por sus obras encuentra de alguna manera una continuidad temporal que cohesiona sus historias

LUCÍA JIMÉNEZ / 10 DE DICIEMBRE 2014 - 12:01 AM

A las 11 de la mañana del domingo, Odalys Sánchez, directora del espacio de arte en el Centro Comercial El Concresa, Galería Odalys, inicia la conversación que marca el punto de partida a la nueva exposición de la italiana Irina Novarese, Landology. Falling back to Caracas from the peripheries of my field –“De regreso a Caracas desde las periferias de mi campo”. Hablan el artista plástico Zoltan Künckel, el arquitecto y urbanista Dietrich Künckel, y los curadores María Luz Cárdenas y Francisco Da Antonio. El evento también abre hoy la muestra del venezolano Bárbaro Rivas, Natural y trascendente.

Odalys –la Galería– es un espacio dividido en dos salas de exhibiciones. En la primera de ellas han organizado la colección de las obras de Rivas. Son en total 25 piezas pintadas desde 1937 hasta 1975. Bárbaro Rivas es considerado como uno de los representantes del arte naif  en Venezuela. Aunque Luis Pérez Orama argumenta que es más bien el artista más clásico de la pintura venezolana por su temática central que es la religiosidad. Ciero, pero mientras recorro la sala no puedo evitar pensar en sus trazos algo ingenuos, casi infantiles que resaltan también la naturaleza de su entorno petareño y no solo de las imágenes tradicionales del catolicismo. Sea como sea, cualquiera sea su categorización, Bárbaro era un artista dramáticamente expresivo, parafraseando a Francisco Da Antonio. E inocente.

“Cuando Bárbaro Rivas llegó a los altos del Bar Sorpresa y recorrió con la mirada la sala donde habíamos reunido las obras de la exposición Siete pintores espontáneos y primitivos de Petare, se detuvo por un momento en el umbral de la puerta y visiblemente impresionado exclamó: ‘¡Qué cuadritos tan bonitos…!’. ‘Esos son tus cuadros’, le dije. ‘¿Mis cuadros…?’, preguntó incrédulo. Y avanzando hasta ellos a fin de verificar mi respuesta, dijo en voz alta ‘¡Ah caramba, es verdad… Si hasta les pusieron sus marquitos”.

El arte de Bárbaro cuenta la historia de Caracas antes del “Nuevo ideal Nacional”, elaborado por Marcos Pérez Jiménez y que transformó completamente la ciudad. Aquella era una ciudad rural, bella, con caballos y tranvías. “Por aquel entonces, –cuenta Da Antonio– a las 5 de la tarde, los caballeros usaban paltós para cubrirse de la bruma fría que venía de Catia hacia la Plaza Bolívar”. Caracas no tenía ni 300 mil habitantes y Petare era todavía un pueblo en los alrededores de la capital. Esa es la historia que nos cuenta Bárbaro. Al lado, la de Irina Novarese es otra completamente alejada de esa ciudad colonial.

El “Nuevo ideal Nacional” promovió un concepto tecnológico que acabaría con la posibilidad de comunidades periféricas y proponía un crecimiento masivo de una metrópoli conectada por modernas vías y autopistas. Irina, sin conocer a la ciudad como lo hacía Bárbaro, se encuentra con las líneas desordenadas e interconectadas que resultaron de ese crecimiento desmedido. Ella “se ocupa de aspectos territoriales”, de la naturaleza desde lo puramente cartográfico, topográfico, y el resultado es el de una ciudad abstracta, desvinculada de su gente, puramente geométrico. Si Bárbaro representaba el arte clásico, Novarese es la modernidad a gran escala.

Caminar de un salón a otro es como pasearse entre dos ciudades que nada tienen que ver una con la otra, pero atrás de sus dibujos, de sus pinturas, encontramos Caracas, la de los techos rojos, la de los cerros abarrotados; el Petare de Bárbaro a comienzos del siglo XX y la Caracas supermoderna de Irene. Al principio no parece posible alguna conexión entre ellos pero una pequeña pista en la intervención de María Luz Cárdenas nos guía a tomar el hilo.

La curadora y crítica de arte resalta que, aunque extranjera a nuestras calles y recovecos, Irina Novarese ha encontrado un vínculo con los más renombrados del arte moderno venezolano: instala una telaraña que recuerda necesariamente a la Reticularia de Gego; en seda combina los colores como Mercedes Pardo; sus cubos ordenados parecen algunos de los bocetos de Raúl Villanueva, sus líneas se mueven como las de Cruz Diez… Lentamente comenzamos a atar los nudos.

El paso entre Naturaleza trascendente y Landology es brusco pero bien pensado. Poco a poco la mirada se acostumbra y la narrativa de la exhibición toma forma: es el comienzo y el desenlace del cuento de una ciudad, o de dos separadas en el tiempo, vivida desde dentro y desde las periferias, a través de los ojos ingenuos de Bárbaro Rivas y la entrenada mirada de Irene Novarese.

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LANDOLOGY - Falling back to Caracas from the peripheries of my field | Irina Novarese
Odalys Galería de Arte, C. Comercial Concresa, Nivel PB, Caracas.. Venezuela
7 de diciembre del 2014 al 31 de enero del 2015
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