Estructura y color Una revisión de la obra de Mary Brandt

Exposición: 19 de noviembre al 17 de diciembre de 2006

Lugar: Odalys Galería de Arte Centro Comercial Concresa, P.B. Prados del Este, Caracas

Horario de exposición: 10:00 a.m. a 6:00 p.m.


 



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Mary Brandt, sensibilidad de pintora
Juan Carlos Palenzuela

La extraordinaria riqueza y originalidad del arte venezolano tiene su punto de partida en una fecha precisa, en un sentido de la organización de grandes eventos colectivos y en la asistencia amplia, amplísima, desde la cual se definirán las grandes personalidades de la plástica nacional: 1958. Aquel año de 1958 es una data fundamental de la vida cultural y social venezolana. La dictadura militar quedaba atrás y el quehacer de exposiciones, salones, debates, publicaciones y eventos siempre alrededor de las artes plásticas, signarían una conciencia de lo que serán lenguajes y trayectorias, audacias de creadores y regias individualidades que, en esa suma fantástica de elementos, asentarán el carácter contemporáneo de nuestro arte.

En el Salón Oficial de Arte Venezolano de 1958 Mary Brandt participa con tres obras: dos tituladas Gallo y la tercera Composición, todas en óleo sobre tela. Los títulos Gallo podrían remitir a cierta pintura Caribe en boga para la fecha, mientras que por Composición podemos aceptar una liberación de la figura y la consecuente aceptación del fraseo geométrico que tanto interesó a los pintores venezolanos desde esos días.

Mary Brandt había nacido en Caracas (1917-1985) y era hija del celebérrimo pintor Federico Brandt (1878-1932). Vivió muchos años en el extranjero (su esposo era diplomático) por lo que su nexo con el país será peculiar: sus pocas exposiciones no restarán a la cualidad intrínseca de su obra. Todo su fraseo se redimensionará con su participación en una colectiva referencial del arte contemporáneo venezolano: "Espacios Vivientes" que marcó un quiebre y una renovación de la concepción del arte así como el surgimiento del Informalismo en la plástica del país. En esa ocasión expondrá Estudio y Composición, y además su participación será relevante dada la variedad, calidad e intensidad con quienes compartió la sala e impulsó otros lenguajes, otros sentidos de lo plástico y, en consecuencia, otros retos de creación plástica.

Espacio, color y textura; la cualidad de lo extra plástico, la diversidad de soportes y recursos, caracterizan la pintura de Mary Brandt. En una época de convulsión estética nunca dejó de establecerse, de constituirse, como pintora.

No fue tanto un punto de coincidencias entre admiraciones desmedidas como un reconocimiento sincero y desde temprano a su hacer por parte de una crítica que desde los años sesenta se mostraba acuciosa y de espíritu universalista. Mariano Picón Salas presentó su primera exposición en la reputada Sala Mendoza, en 1957, y advertía que "En la encrucijada en que parece encontrarse la Plástica contemporánea, ya Mary Brandt eligió un camino". Se situaba para ese momento en la interpretación de una geometría lírica, de un cosmos que apenas había sido visto, revisado, considerado. Por lo demás tal será el signo de esta obra: apenas vista.

Un cuadro suyo de pequeñas dimensiones y sin título, resulta apropiado para enmarcar un momento estético muy rico en su materia e inquieto en la formulación de novedosos códigos y visiones. El Informalismo apasionaba a una generación. La pintura salía de todo marco conceptual posible. Los nexos eran extensos y en este caso, seguramente, nos encontramos con las referencias de Jean Fautrier. Esta obra, por cierto, tiene dos fechas que la identifican y que además aportan dos maneras, dos direcciones de concebir su ubicación. Uno puede acatar aquella que indicaría el gancho del bastidor, pero es insuficiente ya que permanece la tentación de otra colocación. Ahora lo visual carece de límites. ¿Dónde queda su punto? -Donde el observador.

Una mística del color, una expansión del color y un valor del signo se imponen en la pintura de los años cincuenta como antesala a otro período excepcional donde se reconoce un gran maestro como decir Poliakoff. En el flujo de la información visual parecería que Mary Brandt ha debido de conocer -y gozar- poéticas como la de Serge Poliakoff. En breve esas admiraciones cambiaron, se modificaron, tomaron otros puntos referenciales pues así era el término de ese tiempo: variable, inquieto, abierto.

Escasamente tomada en consideración y desde tal irrelevancia de unos observadores ciegos, una y otra vez se impuso el reconocimiento a una pintura en etapa de turbulencias y, en consecuencia, Guillermo Meneses registraba: ""¦Brandt expresa muy ricas experiencias ligadas a los movimientos pictóricos del mundo actual y no desdeña la posibilidad de que se asome dentro del cuadro le presencia de la realidad, impuesta a veces por rasgos del azar que no son tales, sino escogencia de la más clara libertad de expresión". En la compleja frase del novelista se refiere una convulsión estética, social y de destino humano, tal como se presentaba en los años sesenta, que será traducida por esta artista en unos cuadros que sin dejar a un lado el rigor de la geometría, se posaban en ciertos ritmos seriales, la pureza del lenguaje, monocromías, modulaciones y, a la vez, la irrupción de mixturas, dado que esta es, definitivamente, la época del Informalismo.

La plástica de los sesenta se reconoce por su poética de la violencia. El objeto recogido del piso -o del basurero-, la humildad del mismo, su belleza recóndita, el ímpetu de lo gestual y la aparición de nuevos temas, asientan el territorio de lo convulso. Ese es el campo que atraviesa Mary Brandt. Por allí también podría suceder que se encuentre con el poeta Rafael Cadenas: "¿Cuál es el color de esta fruición desencadenada?", o, si preferís, Sartre, cuando afirmaba: "Lo bello no es tinta uniforme".

El Informalismo corresponde, otorga y reafirma un segmento relevante, trascendente, del arte contemporáneo desde donde parecería surge todo (o casi todo) lo que se ha visto desde 1959. La exploración del espacio, de lo conceptual y de la libertad de la obra y del individuo, es decir, la apertura a todo como nunca antes se había concebido y ejecutado, al riesgo que sea, hizo que la época fuese otra. Así se debatieron, también, los artistas venezolanos. La libertad del hombre y del creador entonces fue una plenitud.

Exaltar el objeto y hacer de él un elemento definitivo del cuadro parecería ser uno de los fundamentos de los informalistas. El cuadro será abierto, cosido, desgarrado. El cuadro mostrará otro plano e insistirá en su condición pictórica. El cuadro sujeta pequeños aros de vidrio como enigma, como rara referencia, como escritura. La tela a lo largo del bastidor se sujetará con clavos que aluden a un orden extraño, que complementa una fractura, que indican cuánta pasión contenía lo ontológico y lo no visible. (Clavos, igualmente, para experimentar con materiales "pobres": pobres clavos, pobres cuerdas, y desde allí llevar la pintura y sus soportes a otros estadios).

La mancha y el orden son los extremos en los que se desenvuelven los conceptos fundamentales de la pintura de Mary Brandt. El suyo no es el Informalismo de la explosión matérica. Hay un dato geométrico que aporta armonía y que controla la efusividad de la materia.

Las rasgaduras, las aperturas, otro sentido del color, la delicadeza con que trata la cadencia pictórica, indican el carácter de su autoría. Desde allí insiste en abrir el espacio, en construir desde un vacío pictórico.

Luego su color es plano, con mucho control de las texturas, con sentido lumínico, con sostenida reafirmación de los conceptos geométricos y en la llamativa condición de ajustar revelaciones inéditas.

En relación a su firma, a la manera como signó lo suyo, vale observar que obraba tal como lo hacía su padre, es decir apenas marcando la letra, la inicial, con el pincel bien cargado de pintura negra: B M (el otro F B), de modo que en este detalle hallamos un singular tributo progenitor.

Pero también estos elementos refieren la identificación con un vocabulario plástico que concernía a un significativo conjunto de artistas venezolanos, ahora podemos darnos cuenta, que por esas cosas de la vida eran apartados de una consideración estricta, una mirada atenta y una valoración que ciertamente exigían. Así, al quedar a un lado de la estima se tendía a menospreciar valiosas creaciones como decir las de Leufert, Nedo, Paul Klose, Elsa Gramcko, Francisco Salazar, Angel Luque, Marcel Floris, Milos Jonic, Marietta Berman y Mary Brandt, o los escultores Domenico Casasanta o Gabriel Marcos (este es un aspecto de la historia del arte venezolano que exige corrección, rectificación, amplitud). En lo que concierne a tendencias del arte geométrico venezolano sus nutrientes fueron profundos y el fundamento de la vanguardia constructivista y abstracta fue el signo de autorías de rigor, de principios, de notables cualidades.

Entre los cuadros de Mary Brandt de 1974-1976, posiblemente su período de mayor resplandor, están aquellos en que al mismo tiempo que desmonta el espacio y su sentido estructural, se empeña en su reafirmación de lo pictórico. Sucede un aire propio de Fontana en su obra, de carácter deconstructivo (Fontana, ajustemos un dato local, expuso en 1974 en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, en la concepción del espacialismo, en una obra que impactaría a los venezolanos). Materia, color, espacio, son categorías que insistentemente estarán en mutación. Para la fecha Brandt consigue una obra abierta que pronto va a irradiar hacia una nueva generación de pintores venezolanos, aquellos que sintetizamos en la figura de Eugenio Espinoza y en aquella corriente que se denominó "11 Tipos", y poco más adelante, ya en plenos años ochenta, en un pintor sobresaliente tempranamente fallecido: Oscar Pellegrino.

La obra de Mary Brandt a veces es extraña y desde allí, sorpresiva. Una gran tela blanca discurre en sutil línea de pincel (azul, rojo, blanco, amarillo, naranja y morado; en agudeza, en felicidad) irregular, apenas insinuando su gracioso dibujo, dejándose rodar sin más. La composición divide el espacio en dos. El blanco que está cargado de materia, la hace sentir, en medio de su ritmo semioculto, de líneas de una u otra categoría, grosor y destino. Pero la obra no termina allí. Por su anverso sucede un "paisaje" insólito: la tela permanece cruda, despojada en su primera impresión, pero en varios puntos tiene adheridos, tras toques y manchas de pintura blanca, conchas de mar. Así encontramos un panorama a modo de notas blancas, de collage y mejillones. Tal su humor, su irreverencia, su dimensión de la libertad.

Escribía Eduardo Lourenço, ensayista portugués, autor de Le miroir imaginaire, que la pintura abstracta teje colores y líneas "en la tela de la esperanza que retarda la noche". Conmovedora metáfora para un arte que desde sus postulados históricos no hace otra que acompañar al hombre en sus destinos y visiones.

Mary Brandt es el caso de una artista de larga trayectoria muchas veces ignorada. Será a comienzos de los años ochenta, con el despuntar de la pintura de ese momento, cuando se hablaba de pintura-pintura, de renovación de criterios, la toma de grandes formatos, del placer de hacer incluso con las manos, de una nueva abstracción y un nuevo informalismo, cuando su obra irrumpa de manera definitiva. Cuadros de colorido y planos de tal sentido, de tal carácter que parecería que fue allí, en esa fecha cuando comenzó todo.
Mary Brandt, cronología sucinta.
Juan Carlos Palenzuela

1917
Nace en Caracas. Su padre es el pintor Federico Brandt. En el ambiente familiar concibe sus primeras nociones artísticas.

1932
Muere su padre. Duelo en la sociedad venezolana.

1936
Breve viaje a Chile.

1939
Ingresa a la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas.

1941
Una obra suya es admitida en el segundo Salón Oficial de Arte Venezolano. En lo sucesivo será regular su presencia en salones colectivos.

1943
Conoce y contrae matrimonio con el escritor Manuel Villanueva. Viaja a Lima.

1944
Conoce al pintor Fernando de Szyzslo.

1946
Viaja a Roma, donde se establece.

1947
Exposición individual en Roma.

1949
Presencia la exposición de Malevich en Roma.

1950
Regresa al país.
Junto a su padre expone en el MBA.

1951
Viaja a Ginebra.
Es premiada en el Salón Oficial.

1952
Nuevamente toma asiento en Caracas y no deja de viajar a Europa.

1957
Expone en la Sala Mendoza, pinturas y dibujos. Reseña de Mariano Picón Salas.

1959
Comparte amistosamente con los pintores Teresa Casanova y Alejandro Otero.

1960
Participa en el Salón Espacios Vivientes.

1961
Es representada en la gran exposición Pintura Venezolana, 1661-1961.

1963
Exposición individual en el MBA. Texto del catálogo de Guillermo Meneses.

1966
Exposición de dibujos en el MBA. Texto del catálogo de Sofía Imber.

1970
Permanece en Londres. Está atenta a las nuevas corrientes del arte y entabla relación con el joven artista Diego Barboza, a quien acompaña en sus performances.

1971
Exposición de dibujos en la galería Estudio Actual. Viaja a Ámsterdam.

1972
Expone en la Sala Mendoza, bajo el título "Objetos inútiles".

1975
Expone en la Sala Mendoza. Artículo de Roberto Guevara en El Nacional, "La construcción espontánea".

1976
Regresa de Hungría. Participa en la fundación del Taller de Artistas Gráficos Asociados.

1977
Expone "Telas rabiosas" en la Sala Mendoza.

1982
Expone en la Sala Mendoza.

1984
Expone en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas.

1985
Fallece en Caracas, a la edad de 68 años.