Espacios Re-dibujados 50 años de abstracción en Venezuela

Exposición: 30 de abril al 28 de mayo de 2006

Lugar: Sala de Exposiciones, Fundación Corp Group, Torre Corp Banca, Plaza La Castellana, Caracas,Venezuela

Horario de exposición: 10:00 a.m. a 6:00 p.m.


 



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Arte Abstracto en Venezuela
Juan Carlos Palenzuela

Justo al término de la segunda guerra mundial el arte en América Latina experimentará extraordinaria renovación de sus fundamentos. El universalismo constructivo de Joaquín Torres García será la guía que conducirá no sólo a una nueva vanguardia continental, sino además al arte constructivo, a la pintura abstracta. El maestro uruguayo convocaba a los pintores a situarse en el plano de la plástica pura. A pesar de las distancias (geográficas, culturales) París pasaría a ser el centro de una nueva estética. Los pintores venezolanos llegan a la capital francesa justo cuando los aires de liberación van a cambiar toda la historia -política, social, cultural, la de ideas, de relación del hombre con su entorno- y se inicia otra relación del individuo con su contexto estético.

En París, desde 1949, se redescubre el arte abstracto, se consagran grandes exposiciones a los pioneros, y en primer lugar a Kandinsky, se dan a conocer textos que en lo sucesivo serán considerados como clásicos de la literatura de arte (como por ejemplo el de Michel Seuphor) y se acoge a una serie de jóvenes pintores venezolanos cuyos aportes plásticos y conceptuales van a decidir el destino de nuestras artes plásticas.

Muy pronto esos pintores venezolanos comenzaron a producir una obra original enmarcada en los referentes de la abstracción geométrica. Muy pronto se concretan los desarrollos iniciales de admirables autorías. Uno de esos jóvenes, Alejandro Otero, afirmaba en 1951: "Navegamos con el viento que nos viene de Mondrian". Y Mondrian será el punto de partida de la pintura moderna venezolana: en Otero a evidenciará en su serie Ortogonal, mientras que en Soto será en cuadros como Composition dynamique, también de 1951.

El clima para las artes en el país (a pesar de la dictadura militar entonces imperante) será propicio: el grupo y movimiento Los Disidentes, la apertura de galerías, el cuidado en la publicación de revistas como Integral, incluso ciertas tendencias del teatro, indican una disposición a la universalidad, a lo contemporáneo. En ese ambiente la polémica sobre ideas de arte, sobre la controversia Abstracción-Figuración, sobre la concepción de los premios en el marco del Salón, sobre la obra transformable (que tan bien se enlaza con "Madi"), sobre la creación misma, sobre el destino del arte el América Latina, entre el pintor Alejandro Otero y el escritor Miguel Otero Silva, devino en un debate sobre la indivisibilidad del arte.

Al término de la dictadura militar (1958) el arte en Venezuela se renueva por la capacidad de transformación de los lenguajes de otros creadores que se incorporarían la hacer plástico, como Carlos Cruz Diez y la presencia de nuevos artistas, como Gego, que también van a decidir sobre el sentido de la contemporaneidad plástica en el país y más allá. A partir de 1958 el arte en Venezuela es de condición abierta, atenta al acontecer pictórico en otras latitudes de donde se nutre y, a la vez, se enriquece. Arte que contará con nuevas figuras, unos venidos del extranjero e incorporados al destino de nación, tales los casos de Gerd Leufert, Marcel Floris o Milos Jonic, o con la muy activa presencia de la mujer (otro signo de la nueva sociedad), Elsa Gramcko, Mary Brandt, Luisa Richter. La geometría, la abstracción, nuevamente marcará las investigaciones, las aperturas, al momento de las innovaciones estéticas y conceptuales definitivas. En el suceder y el hacer del arte abstracto en nuestro país cuentan dos presencias y un protagonista que también fue artista a su manera. No podrá entenderse el desarrollo del arte abstracto en Venezuela sin las presencias múltiples y estimulantes de Alexander Calder, Victor Vasarely y el arquitecto Carlos Raul Villanueva. Este último se constituye en el eje de amistad y trabajo con quienes proyectaban su obra hacia Caracas. El escenario privilegiado fue la Ciudad Universitaria. Las obras de Calder y Vasarely serán, desde siempre, sumamente apreciadas por los venezolanos. Calder incluso vino a trabajar en sus Platillos acústicos y además hizo una exposición que constituye uno de los hitos de la plástica en Venezuela en la época. La escultura será un enorme campo en el que se desenvuelven complejas tesis y obras singulares. En la escultura no figurativa destacan Víctor Valera o Pedro Briceño, aparte del maestro Narváez, reconocido, igual que Reverón, como el iniciador de la modernidad. El arte de los años sesenta se abre al volumen como muy pocas veces. Ahora la idea de escultura no está sujeta ni a la contundencia de la masa ni a la verticalidad. Ahora es aun más complejo, dadas las categorías de lo expansivo, de lo inmaterial, del nuevo valor del tiempo. Otro cambio trascendente de lenguaje, de actitud, de formas, sucede en los años setenta. El arte como tal experimentará otras aperturas, otras disposiciones, otros materiales, otras consideraciones. El arte cinético, una nueva categoría, surge de los parámetros del constructivismo y de investigaciones alrededor del movimiento real, virtual, mecánico, natural, de la obra, cuando el plano bidimensional se reveló como un recurso limitado dadas la multiplicidad de trazos, de componentes, de posibilidades que en lo sucesivo definirían una de las condiciones de la obra contemporánea; y todo lo cual comenzó en París, en la galería de Denise René, entre cuyos artistas sobresalía Soto, quien inicia su recorrido de ese tiempo con su serie Vibraciones y culmina, esa etapa, con un hito del arte contemporáneo como es el Penetrable (1969). En los años setenta, al momento en que aparece una nueva generación de artistas, la geometría tendrá en Eugenio Espinoza un artista integral, cuyo fundamento pictórico será la cuadrícula y en cuyo fraseo plástico traspasa toda concepción, incluso del abstraccionismo mismo. Las múltiples ideas de la abstracción geométrica como práctica principal de la pintura en Venezuela, trascienden el interés de una generación, alguna cualidad expresiva en particular -y por eso vemos geométricos racionalistas, informalistas, ópticos, neoplásticos, concretistas, neogeo"¦-, nuevas dimensiones de espacio y la intención, tan contemporánea, de concebir el arte como una instalación. Happenings, minimalismo, cinetismo, el arte psicodélico, los campos de color"¦ la pintura abstracta persiste, se enriquece y amplía sus fundamentos con los cambios y aperturas que tienen lugar en el escenario de lo contemporáneo. En la complejidad de las prácticas cuenta el cuerpo mismo del artista, su hacer ante el público, el valor de obra efímera rescatada para siempre por el registro fotográfico primero y por el cine y el video seguidamente. Así podemos recrear un performance de Antonieta Sosa en la cámara de Carlos Castillo, también él, artista. La vigencia de la abstracción geométrica en el arte venezolano y sus prácticas paralelas y desencadenantes, está en que no hay un límite para esta experiencia estética. Se trata de un pensamiento abierto, actual, de rica y variadísima manifestación plástica. Así, una exposición sobre la actualidad de la geometría y derivados en Venezuela, no concluye con los nombres y las obras de Soto, Valera, Cruz Diez, Harry Abend, Francisco Salazar, por decir apenas unas referencias de buenas y exigentes trayectorias, sino que prosigue con la complejidad de la creación de Oscar Pellegrino (fallecido en 1991), Asdrúbal Colmenares, Sigfredo Chacón, Pedro Tagliafico, Pedro Terán, Patricia van Dalen, J. J. Moros, Magdalena Fernández, Carola Bravo, Isabel Cisneros, Alberto Cavalieri o Valentín Malaver, por tan sólo citar algunos, indistintamente del plano o formato en que se expresan, sea el hierro pintado de Moros, el mármol para un dibujo e instalación en Bravo, la serpentina en Malaver, el collage y el color primario en van Dalen, el vidrio en Tagliafico, las estructuras de materiales transparentes en las que evidencia el espacio, su movimiento, su levedad, su ascetismo, su misticismo en Magdalena Fernández"¦ Son muchos los artistas venezolanos que en la actualidad se desenvuelven desde los lenguajes abstractos, geométricos o constructivistas. Para esta ocasión solo fueron reunidos unos cuantos -más de 70!- de una y otra generación y concepciones. Estamos conscientes de las omisiones -absolutamente involuntarias- pero entiéndase que esta es una panorámica conformada desde el depósito de una galería caraqueña y cuya intención primordial ha sido revisar obras poco conocidas que reafirman una tradición. Esta mirada alrededor del are abstracto en Venezuela refiere cómo a partir del plano, el color y el orden compositivo, los artistas venezolanos crearon mundos plásticos autónomos y trayectorias geniales. Líneas, totalidad, fragmento; espacio despojado, espacio envolvente; todos los soportes y materiales posibles, dibujo sobre la piedra y sobre la luz misma, todas las formas imaginables de la imagen y de la metáfora visual del hombre contemporáneo. Activos desde 1945 estos pintores venezolanos se cruzan a lo largo del tiempo en la aspiración de concretar "La sensación del hombre ante el mundo", como diría Arturo Uslar Pietri. Unos han estado presentes desde el principio y han cumplido etapas de sumo interés, mientras que otros sólo hicieron sus aportes en un momento preciso. Unos se empeñaron como pintores y muchos cruzaron las mixturas de lo contemporáneo. Pero entre todos definieron el amplio sentido de lo que es el arte contemporáneo venezolano. De aquí surgieron varias personalidades rectoras, tales como Soto, Otero, Gego, Narváez, Cruz Diez, Floris, Leufert y Seka. Sin sus obras no se entendería la relevancia de la creación venezolana en el concierto de Occidente. Lamentablemente, en 2006, tres piezas mayores, principales, de la cultura venezolana, de Soto, Otero y Cruz Diez (situada la primera en un jardín en la Autopista del Este, mientras que las dos restantes estaban ubicadas en la Plaza Venezuela, en Caracas), fueron objeto de vandalismo hasta quedar absolutamente destruidas. A pesar de esta desgracia está claro que el arte en general y el abstraccionismo muy especialmente lleva la carga de los grandes significados del destino humano.